jueves, 17 de julio de 2008

¡Así cualquiera! Una crítica a las "Acciones para la modernización...

... de la Administración Pública de la Comunidad Autónoma de Canarias".

En el documento Acciones para la Modernización de la Administración Pública de la Comunidad Autónoma de Canarias publicado en el B.O.C. Número 88 del viernes 2 de mayo de 2008, se denomina “decálogo para la modernización” a “los siguientes diez objetivos”:
“Los objetivos que el Gobierno de Canarias persigue con estas Acciones no son otros que caminar hacia una Administración:
a) Más cercana al ciudadano, poniendo a su disposición todos los recursos y canales posibles.
b) Que favorezca la administración electrónica.
c) Que fomente la cultura de la calidad y la excelencia en la prestación de servicios públicos.
d) Centrada en las personas y que promueva la participación ciudadana.
e) En la que los empleados públicos sean los valedores e impulsores del cambio hacia una Administración moderna y orientada al ciudadano.
f) Con equipos formados y capacitados para ejercer su labor.
g) Con mayor nivel de comunicación y utilización de mecanismos que beneficien el desarrollo sostenible.
h) Que incorpore, de manera permanente, elementos que mejoren la organización y gestión.
i) Que tome la iniciativa en la cooperación con el resto de las administraciones públicas.
j) En definitiva, una Administración más competitiva, más eficiente y más eficaz.”

En nuestra opinión, los diez objetivos que persigue el Gobierno de Canarias serían, según la redacción del texto, uno solo. Una sencilla redacción alternativa podría ser: “...caminar hacia una Administración con las diez características siguientes: ...”

Observamos, en segundo lugar, que ese objetivo no es “llegar” sino, tan solo, “caminar”. Puede ser un buen objetivo caminar hacia la utopía (referencia de perfección que nunca podremos alcanzar) siempre y cuando seamos capaces de saber si estamos en el camino correcto y si estamos, efectivamente, avanzando hacía esa (utópica) meta. Para ello hay que definir hitos (objetivos, en definitiva, por modestos que sean), a los que hay necesariamente que llegar. Si no, podemos estar caminando en círculos en el desierto de la modernización.
En tercer lugar, comprobamos que las diez características de la Administración hacia la que se quiere “caminar” son absolutamente difusas e incuantificables (y, por lo tanto, imposibles de medir y valorar). Se emplean los verbos comodines, a nuestro pesar, de la modernización administrativa (“favorecer”, “fomentar”, “promover”, “impulsar”) y algunas expresiones imprescindibles en la materia (“orientación al ciudadano”, “desarrollo sostenible”, “calidad”, “excelencia”, “cooperación” y, la pareja estrella, “eficacia y eficiencia”), por no hablar de los “mecanismos” y los “elementos” (¿cuales serán?). Solo echamos de menos dos palabras fundamentales del hipotético Manual para la elaboración de planes de modernización administrativa: “transparencia” e “interoperabilidad”.
Podríamos analizar uno a uno los puntos del “decálogo” (por ejemplo el b) “Una Administración que favorezca la administración electrónica”), pero no es necesario porque la conclusión, desde nuestro punto de vista, está clara:
Esta iniciativa tiene el éxito asegurado, puesto que sus resultados podrán ser fácilmente ajustados a su difuso objetivo. Peor aún (o mejor, según se mire) cuando el análisis de la situación de partida tampoco es acertado, pero esto lo comentaremos en otro momento.